Carla y Annie: una historia de negligencia
¿Cómo luce o a qué se parece la negligencia?
Una noche, la policía halló a dos mujeres jóvenes, Carla y Annie, vagando por las calles, desprotegidas y desorientadas. Observaron que ambas vestían ropa sucia y lucían como si no se hubieran bañado en mucho tiempo. Los agentes hablaron con ellas, se enteraron de que eran hermanas y se percataron de que ambas tenían una discapacidad intelectual. Las llevaron a casa, pero tenían la impresión de que Carla y Annie necesitaban ayuda, por eso se comunicaron con Servicios de Protección al Adulto (Adult Protective Service o APS en inglés) para que investigaran.
APS investiga e interviene
Amanda, una trabajadora social de APS, hizo seguimiento con una visita domiciliaria. Se reunió con Carla y Annie y observó que la ropa que vestían estaba sucia y raída. Sin embargo, las señales de negligencia iban más allá de su aspecto. La casa estaba muy sucia, y era obvio que hace tiempo que vivían en pésimas condiciones. La pila de platos sucios llegaba hasta lo alto, el polvo cubría casi todo y había basura por todas partes. El inodoro no funcionaba y había heces y orina por todo el baño. El refrigerador tampoco funcionaba y estaba repleto de comida descompuesta. Toda la casa olía muy mal. El hallazgo más terrorífico fueron las cerraduras en la parte de afuera de las puertas. Amanda sospechó que las dos mujeres habían estado encerradas, cual prisioneras dentro de su propia casa.
Amanda habló con las hermanas para obtener más información. Carla tenía 20 años y Annie, 22, pero ninguna de las dos estaba en capacidad de cuidar de sí, mucho menos la una de la otra. Su padre era su tutor legal, pero su incapacidad de proveerles una condición de vida saludable era más que evidente. Amanda se dio cuenta de que la seguridad y el bienestar de Carla y Annie eran lo más apremiante, por lo que persuadió a su padre que las dejara mudarse a un centro de hospedaje temporalmente.
Unos cuantos meses después, el padre se llevó a Carla y Annie de vuelta a su casa. No dio ninguna explicación por su decisión; lo único que dijo fue que legalmente tenía derecho para hacerlo ya que no había ninguna orden judicial al respecto. Amanda continuó supervisando la situación de las hermanas y constató que de nuevo se encontraban en situación de negligencia. Obtuvo una orden judicial y dispuso que Carla y Annie se mudaran de nuevo a un centro de hospedaje donde se satisficieran sus necesidades básicas a la espera de un tutor designado por el tribunal y de un hogar seguro y permanente.
Sociedad comprometida
Hizo falta todo un equipo para sacar a Carla y Annie de estas condiciones de vida tan peligrosas. Mediante el trabajo mancomunado, APS, sus socios comunitarios y los agentes policiales a cargo de la investigación consiguieron para las hermanas un hogar seguro donde vivir con el respeto y la dignidad que se merecen.
El caso de Carla y Annie es una muestra del compromiso de Servicios de Protección al Adulto en trabajar con sus socios para proteger a los adultos vulnerables que están expuestos al maltrato, a la negligencia o a la explotación financiera.
Si ve señales de maltrato en un vecino o ser querido, ayúdelo reportando el maltrato a APS.
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